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En riesgo especies de plantas comestibles mexicanas

En riesgo especies de plantas comestibles mexicanas

La agricultura mexicana se está muriendo y muchas especies de plantas están desapareciendo porque la dieta de los mexicanos se ha reducido a alrededor de 50 y sólo se consumen de tres a cuatro cultivos básicos, advirtió Rodrigo Medellín.

México.- Al participar en el Octavo Congreso Internacional de Sustentabilidad que se desarrolla en las instalaciones de la Universidad Iberoamericana, Rodrigo Medellín, investigador del Instituto de Ecología de la Universidad Nacional Autónoma de México, fundador y director del programa para la Conservación de los Murciélagos de México, presidente del Bat Specialist Group y representante de México ante el Comité de Fauna de la CITES, mencionó que los humanos han usado a lo largo de la historia más de 80 mil especies de plantas para su alimentación, principalmente.

A la fecha, la humanidad sólo utiliza unas 50 plantas y eso ha puesto en riesgo de desaparición a especies mexicanas como los quelites, las verdolagas y el aguacate criollo, por mencionar sólo algunos

"Hay que considerar", explicó, "que si usamos muchas especies en la alimentación, nuestra dieta será más rica en nutrientes, tendremos menos riesgo de enfermedades y más de dónde escoger y que nos permita alejarnos del consumo de la carne de res o de otros productos que dañan la biodiversidad.

"Desde que supe que cada kilo de camarón implicaba haber dado muerte a por lo menos 40 kilogramos de productos marinos, he dejado de consumirlo”, dijo Medellín.

Al desarrollar la ponencia sobre el tema “¿Por qué conservar la biodiversidad?”, estableció que es el puente entre la naturaleza y la vida diaria al ser fuente de riqueza, “pero si ésta no se refleja en la vida de las comunidades rurales, la biodiversidad se va a acabar, junto con todos sus beneficios, como agua potable, aire, suelos fértiles y no contaminados”.

"Esto se está dando porque, de alguna manera, la naturaleza nos comienza a pasar la factura por el uso indiscriminado de recursos", afirmó Medellín, quien ha trabajado con un enfoque diverso incluyendo ecología de comunidades, interacciones planta-animal y biología poblacional.

El investigador universitario hizo notar, asimismo, que en el México prehispánico se consumían alrededor de cinco mil especies de insectos como alimento, y que hoy esa cifra se reduce a sólo diez. “Debemos empezar a considerar que los insectos son el alimento del futuro y tendríamos que irnos acostumbrando a ellos”.

Pide no satanizar a los murciélagos

Tras hablar de sus trabajos sobre ecología de comunidades y sobre murciélagos como proveedores de servicios ambientales como el control de plagas, la polinización y la dispersión de semillas, que han sido usados para justificar la creación de áreas naturales protegidas o para integrar planes de manejo, el también miembro del Consejo Científico Asesor de Bat Conservation International y de Lubee

Bat Conservancy, señaló que debe evitarse su satanización con motivo de la aparición del coronavirus.

“El coronavirus no está vinculado con los murciélagos ni con los pangolines, además de que en América no hay forma de que los murciélagos puedan ser portadores. Son los humanos quienes están infectándose unos a otros, porque la cepa pasó de los animales a ellos”, afirma Rodrigo Medellín.

"Hay que ver que los murciélagos son polinizadores de plantas como el agave y que desempeñan un papel importante en el control de plagas. En México hay más de 140 especies, y que en la franja fronteriza con los Estados Unidos se concentran entre 20 y 60 millones de individuos; cada millón de murciélagos destruye alrededor de 100 toneladas de insectos, en su mayoría hembras reproductivas”, aseguró el investigador.

Ejemplificó que los murciélagos vendrían a constituir el 30 por ciento del valor de la producción de algodón si se usaran en vez de los plaguicidas, sin el riesgo de que puedan provocar cáncer como sí lo hacen los productos químicos.

Otro de los beneficios de conservar la biodiversidad es la protección de las cuencas hidrológicas y el control de inundaciones, porque los bosques se comportan como si fueran una esponja, pero si los deforestamos provocaremos mayores riesgos de inundaciones a las poblaciones cercanas, por decir lo menos, y señaló que el Desierto de los leones se muere, porque sólo el 40 por ciento de sus árboles sigue vivo; los arroyos están entubados desde su origen; la lluvia ácida debilita los árboles, padece plagas y Santa Fe le extrae el agua.

Además, debe considerarse que el 95 por ciento de los ríos y arroyos del país están contaminados o muertos y que todos los ríos de la Ciudad de México están muertos. “Ahora hay que enfocarnos en su rescate, porque muchas grandes ciudades ya nos han demostrado que sí se puede hacer, aunque para eso es necesario aumentar la conciencia ambiental de los ciudadanos, presionar a los gobernantes para que hagan su tarea e involucrarnos personalmente en optimizar el consumo de agua”.

Todos tenemos algo qué hacer para conservar la biodiversidad, como revisar nuestros hábitos de consumo, especialmente en el uso de agua, combustibles y alimentos; cuidar nuestro impacto ambiental en vacaciones, generación de basura, reciclado; uso de celulares, vehículos y ropa, así como pensar globalmente, pero actuar localmente, al preferir el consumo de productos elaborados local o regionalmente, sin regatear sus precios.

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