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El aumento de las renovables, un rayo de esperanza en Europa

El aumento de las renovables, un rayo de esperanza en Europa

El aumento de las renovables aporta un rayo de esperanza frente a los impactos del cambio climático que castigan Europa.

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Energía eólica
Karsten Würth

Dublín.- El cambio climático está afectando gravemente a las personas, las economías y el medioambiente de Europa, el continente que está experimentando el calentamiento más rápido.

El año 2022 estuvo marcado por el calor extremo, la sequía y los incendios forestales. La temperatura de la superficie del mar alcanzó nuevos máximos en toda Europa y se registraron olas de calor marinas. El deshielo de los glaciares alcanzó niveles sin precedentes.

La publicación Estado del clima en Europa en 2022, la segunda edición de un informe de carácter anual, ha sido elaborada conjuntamente por la Organización Meteorológica Mundial (OMM) y el Servicio de Cambio Climático de Copernicus (C3S) de la Unión Europea (UE).

En ella se muestra que, desde los años ochenta, la temperatura en Europa ha aumentado el doble que la temperatura media mundial, y ello ha conllevado consecuencias de gran alcance para su tejido socioeconómico y sus ecosistemas. En 2022, la temperatura en la región se elevó aproximadamente 2.3°C por encima de la media del período preindustrial (1850-1900), el valor utilizado como referencia en el Acuerdo de París sobre el cambio climático.

Pero hay esperanza: por primera vez, el año pasado se generó más electricidad con fuentes renovables que con gas natural, una fuente de energía contaminante. En 2022 la energía eólica y la energía solar produjeron un 22.3% de la electricidad de la UE, superando así al gas natural (20%).

“Por primera vez en la historia, en la UE se generó más electricidad a partir de energía eólica y solar que a partir de gas natural. Para reducir la dependencia de los combustibles fósiles es crucial incrementar el uso de las energías renovables y las fuentes de energía con bajas emisiones de carbono”, declaró el Secretario General de la OMM, profesor Petteri Taalas. “Los servicios climáticos son fundamentales para asegurar la resiliencia de los sistemas energéticos frente a las perturbaciones climáticas, planificar su funcionamiento y fundamentar las medidas destinadas a potenciar la eficiencia energética”, añadió.

El informe se centra especialmente en la energía y pone de relieve en qué medida el aumento de los fenómenos meteorológicos extremos, como los episodios de calor intenso, las precipitaciones fuertes y las sequías, incide cada vez más en la oferta, la demanda y las infraestructuras del sistema energético europeo.

El informe, que se acompaña de gráficos interactivos, se ha publicado coincidiendo con la Sexta Conferencia Europea de Adaptación al Cambio Climático, celebrada en Dublín (Irlanda).

“El estrés térmico sin precedentes que los europeos sufrieron en 2022 fue uno de los principales causantes del exceso de mortalidad registrado en Europa a raíz de las condiciones meteorológicas. Desafortunadamente, no puede considerarse un hecho puntual ni un episodio debido a una anomalía climática. Según nuestro conocimiento actual del sistema climático y de su evolución, este tipo de fenómenos forman parte de una tendencia que incrementará la frecuencia y la intensidad de los episodios extremos de estrés térmico en toda la región”, señaló el doctor Carlo Buontempo, director del C3S.

Según la información de la Base de Datos Internacional sobre Desastres (EM-DAT), en 2022 los peligros meteorológicos, hidrológicos y climáticos causaron en Europa 16 365 víctimas mortales y afectaron directamente a 156,000 personas.

Alrededor del 67% de los fenómenos guardó relación con crecidas y tormentas que ocasionaron la mayor parte de los perjuicios económicos totales, valorados en unos 2,000 millones de dólares de los Estados Unidos. Las olas de calor fueron mucho más graves en términos de mortalidad, puesto que, según los datos registrados, provocaron un exceso de mortalidad cifrado en más de 16,000 personas.

“En 2022, muchos países de Europa occidental y suroccidental vivieron su año más cálido jamás registrado. El verano fue el más caluroso del que se tiene constancia: las altas temperaturas exacerbaron las graves condiciones de sequía generalizada, alimentaron violentos incendios forestales que calcinaron la segunda mayor superficie de la historia y produjeron un exceso de mortalidad debido al calor del orden de miles de defunciones”, afirmó el profesor Taalas.

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