En un reciente informe presentado durante la Conferencia de la ONU para el Cambio Climático (COP28) en Dubái, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) emitió un llamado urgente a la región para invertir entre un 3.7% y un 4.9% de su Producto Interno Bruto (PIB) en financiación climática.
El objetivo es alcanzar una reducción significativa de las emisiones, entre un 24% y un 29%, para el año 2030. La magnitud del desafío es evidente, ya que los países latinoamericanos deben acelerar su tasa de descarbonización, que actualmente se sitúa en un 0.9%, cuatro veces más rápido de lo observado hasta ahora.
El informe destaca la necesidad de un cambio estratégico en la asignación de recursos, con un enfoque más equitativo entre la mitigación y la adaptación. En 2020, el 89% de la financiación climática global se destinó a la mitigación, mientras que solo el 8% y el 3% se dedicaron a la adaptación y a acciones transversales, respectivamente.
El documento identifica sectores cruciales que demandan inversión climática, principalmente la agricultura, la ganadería y la silvicultura, que representan el 58% de las emisiones de gases de efecto invernadero en la región. Es imperativo que los fondos fluyan hacia estos sectores para implementar medidas que reduzcan su huella ambiental.
En términos cuantitativos, el informe especifica que cumplir con los compromisos de acción climática requerirá una inversión anual entre el 3.7% y el 4.9% del PIB regional hasta 2030. En comparación, el financiamiento climático en 2020 apenas alcanzó el 0.5% del PIB regional, señalando la urgencia de aumentar la movilización de recursos nacionales e internacionales entre siete y diez veces.
El estudio desglosa la inversión necesaria por sectores clave. Para las acciones de mitigación, que incluyen la transición energética y la reducción de la deforestación, se requiere una inversión equivalente al 2.3%-3.1% del PIB anual de la región. Específicamente, el sector del transporte surge como el más demandante en términos de inversión.
En cuanto a las medidas de adaptación, que abarcan desde sistemas de alerta temprana hasta la protección de la biodiversidad, se estima que necesitarán entre un 1.4% y un 1.8% del PIB anual regional. Aquí, la inversión principal se dirige a la mejora de los servicios de agua y saneamiento.
Impacto económico y social de la financiación climática
José Manuel Salazar-Xirinachs, secretario ejecutivo de la CEPAL, subrayó que aumentar la financiación climática no solo aporta beneficios medioambientales, sino que también impulsa el crecimiento económico, la creación de empleo y el desarrollo social. Advierte sobre las posibles pérdidas económicas debido al cambio climático, como la reducción de la productividad laboral en un 10% en algunos países para 2030 debido al estrés térmico.
Recomendaciones para una transformación sostenible
El informe de la CEPAL concluye con recomendaciones concretas, destacando la importancia de dirigir los flujos de inversión hacia sectores impulsados por la economía. Se identifican áreas de oportunidad, como la transición energética, la electromovilidad, la economía circular, la bioeconomía y la economía del cuidado. Además, se subraya la importancia de instrumentos como la tarificación del carbono y la inclusión del cambio climático en las evaluaciones de impacto ambiental.
La llamada es clara: América Latina tiene la oportunidad de liderar la transición hacia una economía baja en carbono y resiliente al clima, pero solo a través de una inversión significativa y una acción coordinada se puede lograr este ambicioso objetivo. La urgencia climática requiere respuestas audaces y compromisos concretos para garantizar un futuro sostenible para la región y el planeta