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Finaliza el laboratorio de innovación ciudadana por el medio ambiente

Finaliza el laboratorio de innovación ciudadana por el medio ambiente

Tras doce días de desarrollo de proyectos que buscan mejorar el medio ambiente el laboratorio de innovación ciudadana terminó el sábado pasado en Costa Rica.

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Laboratorio de innovación ciudadana
El investigador Mauro Martínez (d) muestra el proyecto Acualc a la secretaria general iberoamericana, Rebeca Grynspan (i), durante la clausura del Laboratorio de innovación ciudadana, en Liberia (Costa Rica). Efe/ Carlos Lemos

Liberia (Costa Rica).- En la clausura del laboratorio de innovación ciudadana en Costa Rica, presidido por el ministro de Medio Ambiente costarricense, Carlos Manuel Rodríguez, y la secretaria general iberoamericana, Rebeca Grynspan, en la universidad Earth de Liberia (noroeste del país), enclave del laboratorio, diez proyectos mostraron sus resultados y la fuerza de la ciudadanía contra el cambio climático y la protección del entorno.

Representantes de la Unión Europea y el gobierno de Guanajuato (México) estuvieron también presentes en el acto. La mexicana lo hizo para tomar el testigo de Costa Rica, ya que su ciudad acogerá la próxima edición del laboratorio a mediados de 2020.

En apenas cinco minutos, portavoces de cada proyecto explicaron los prototipos diseñados y mostraron, entre otros, una tortuga artificial que detecta microplásticos en el mar, unos refugios para abejas polinizadoras o una lámpara que se enciende aprovechando la energía de la fotosíntesis de una planta.

El ministro costarricense celebró que este encuentro tuviera lugar en su país, así como que pueda "extraer lo más puro del ciudadano sensible y consciente" de la situación climática.

"Es tremendamente interesante, porque aquí no trabajamos con empleados públicos ni profesores ni estudiantes, sino con ciudadanos y los proyectos salen complemente con las soluciones que vendrán al sector público", comentó.

Por su lado, la secretaria general iberoamericana destacó "la motivación" de los participantes "de poner su compromiso al servicio de la comunidad" y subrayó la capacidad de los proyectos de ser "escalables y replicables en muchos contextos".

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 Eliana Urrego
La investigadora Eliana Urrego prepara su proyecto de energía a partir de materiales biodegradables, durante la clausura del Laboratorio de innovación ciudadana, en Liberia (Costa Rica). Efe/ Carlos Lemos

Desarrollo hasta el último día y aplicación post laboratorio

Hasta el último momento se vio a participantes hablar, intercambiar opiniones, apurar y perfeccionar los prototipos y sus presentaciones. Fue un trabajo de doce días que no se detuvo hasta el final del encuentro que en su sexta edición reunió a cien personas de 18 países, iberoamericanos en su inmensa mayoría.

Se trata de un centenar de personas anónimas, que se costearon los traslados desde sus países, entre los que hay varios repetidores y otros tantos que ya piensan en la siguiente edición.

"Es intensísimo porque en dos semanas se tiene que construir un montón de cosas en zonas que no conoces, con gente que no conoces y trata de impactar lo más que puedas en tan poco tiempo", dice Jonathan Ramírez, quien ya ha participado en tres ediciones de este encuentro.

Para este mexicano, que en el pasado laboratorio de Argentina ayudó a construir una silla de bipedestación de bajo coste y en Costa Rica estuvo en el grupo de la tortuga, el trabajo posterior al laboratorio es casi más importante que la actividad en el mismo.

"Cuando uno llega con ideas desde su propio contexto te enfrentas a comunidades que muchas veces no ven la vida como la ves tú y después uno tiene que impulsar la continuidad de los proyectos, esto es una primera patada, pero luego hay que echarle mucho trabajo", enfatiza.

En ese sentido, este laboratorio también contó con novedades, ya que tres especialistas acompañaron el proceso para que los prototipos sean instalados de manera exitosa, un trabajo apoyado por la Unión Europea.

"La Unión Europea ha confiado en nosotros porque cree que es algo realmente innovador, nos ha permitido unos recursos para llevar estos proyectos al segundo nivel. Antes tenían que hacerlo como podían y varios lo lograron, pero hubo otros que se quedaron en el camino, estamos muy contentos de poder dar ese paso", declaró Grynspan.

La fe de la ciudadanía contra el cambio climático

Esta edición del laboratorio se ha celebrado en un contexto en el que el cambio climático influye la agenda internacional, aunque esa preocupación no ha impedido la salida Estados Unidos del Acuerdo de París.

Entre ese revés, las masivas marchas en todo el mundo contra la inacción de los gobiernos frente a los daños en la naturaleza y la incertidumbre del éxito de la Cumbre por el Clima (COP) tras el cambio de sede de Chile a España, este encuentro ha congregado a cien iberoamericanos comprometidos con esta causa.

Estos cien jóvenes, con mayoría de mujeres y un 30 por ciento de costarricenses, se costearon su viaje para llegar a este rincón centroamericano que aún queda a tres horas en coche desde la capital del país.

Hoy llega el término de doce días. Doce días de madrugones y desvelos, de horas de debate y diseño, entre monos, iguanas y guacamayos, entre palmeras y mangos, entre mosquitos y sus picotazos. Doce días de cien iberoamericanos trabajando desinteresadamente por algo que debería quitarnos el sueño a todos: el cambio climático.

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