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Bióloga de la UAM participará en el programa global de liderazgo contra cambio climático

Bióloga de la UAM participará en el programa global de liderazgo contra cambio climático

Ximena Aguilar Vega estudia los glaciares, su dinámica e interacción con los océanos con un enfoque en el ciclo de carbono, participará como especialista en glaciología, una disciplina que no es impartida en México, aun cuando en el país todavía quedan algunos de esos ecosistemas: el Citlaltéptl y el Iztaccíhuatl.

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Ximena Aguilar Vega
CS de la UAM

México.- Ximena Aguilar Vega, egresada de la Licenciatura en Biología de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), fue elegida junto con 376 mujeres del mundo con experiencia en STEMM (Science, Technology, Engineering, Mathematics, Medicine) para participar en Homeward Bound (De vuelta a casa), un proyecto global de liderazgo que aspira a construir una red dedicada a potenciar la influencia femenina en la toma de decisiones en beneficio del planeta.

Esta iniciativa convoca cada año a cien especialistas STEMM que en grupo propongan, políticas y acciones en sus respectivos países, en relación con los impactos del cambio climático.

“Apliqué en 2020 luego de un proceso largo, porque debido a la pandemia se fueron postergando los resultados y finalmente fui seleccionada, lo que ha sido muy satisfactorio porque el programa es muy solicitado por científicas consolidadas”, comentó en entrevista la bióloga por la Unidad Xochimilco de la UAM.

Al terminar la Licenciatura “empecé a interesarme mucho en el sistema climático”, sobre todo por el efecto del derretimiento de la Antártica en el océano, por lo que “decidí cursar la Maestría en Ciencias Antárticas, con especialidad en glaciología, en la Universidad de Magallanes”, en la ciudad de Punta Arenas, Chile, una de las más australes del orbe.

La maestra Aguilar Vega estudia los glaciares, su dinámica e interacción con los océanos –que también llaman mucho su atención– con un enfoque en el ciclo de carbono, por lo que participa en este grupo (HB6) como especialista en glaciología, una disciplina que no es impartida en México, aun cuando en el país todavía quedan algunos de esos ecosistemas: el Citlaltéptl y el Iztaccíhuatl.

Entre las cien mujeres seleccionados en esta oportunidad sólo trabajarán dos glaciólogas: una francesa y ella.

El motor que gatilla todo el sistema oceánico está en la Antártica, donde gracias a fuertes gradientes de temperatura por la presencia de glaciares, placas y plataformas de hielo se generan o impulsan las corrientes que alimentan el planeta de calor y nutrientes, entre otros componentes fundamentales.

“Tuve la oportunidad de visitar este sitio en dos ocasiones y reforcé mi interés en el rol que tiene la interfaz entre los glaciares y el océano en el ciclo del carbono, pues los cambios están sucediendo más rápido de lo que nos imaginamos”, por lo que es prioritario que desde niños se sepa que en el territorio existe este tipo de hábitat.

En el Popocatépetl empezaron a extinguirse a consecuencia de las erupciones de 1994, pero “creemos que todavía hay en el Iztaccíhuatl, aunque no estamos tan seguros de que todavía sean glaciares”, mientras que en el Pico de Orizaba todavía sobreviven algunos.

Otro tema que atrae a la egresada de la Casa abierta al tiempo es el cambio de coloración de la Antártica, identificado como el continente blanco, lo que tiene repercusiones considerables en términos de equilibrio energético, ya que “refleja hacia el espacio mucha energía que viene del sol y esto permite tener climas cómodos”.

Si el hielo empezara a perder su color blanco se absorbería más calor, acelerándose varios procesos biológicos asociados al ciclo del carbono, razón por la cual “mi tesis abordó las variaciones de coloración en el hielo y el mar para evaluar cuáles son los compuestos involucrados en esto”.

En la iniciativa Homeward Bound participará durante un año en un training de liderazgo y elaboración de proyectos interdisciplinarios vía remota, previo a una visita de 28 días a la Antártica, donde “nos reuniremos todas en un barco para revisar lo aprendido en esos 12 meses” y tratar de llevar el conocimiento a la práctica.

“Estoy muy emocionada porque conoceré a muchas científicas y aprenderé muchísimo obteniendo muy buenas herramientas para aportar a mi país en ciencias climáticas, lo cual es urgente”, así como para “comenzar a pensar en mecanismos que nos permitan no sufrir tanto por el monstruo que se nos viene encima: el cambio climático”.

Sobre su alma mater comentó que el modelo educativo de la UAM le permitió tener una visión amplia e inclusiva para “proponer proyectos que no sólo tienen un punto de vista, sino muchos otros que los enriquecen, además de una perspectiva sistémica, que sin duda me brindó” la Universidad.

El papel de ellas en la ciencia es fundamental porque “somos un poco más de 50 por ciento de la población y el desarrollo científico y tecnológico ha dejado a un lado ese 50 por ciento de ideas brillantes. Nos urge que vengan las niñas y las mujeres a aportar todas sus ideas e ingenio porque lo necesitamos más que nunca”.

El financiamiento para el programa es individual y cada investigadora buscará la forma de pagar el viaje, por lo que deben encontrar patrocinadores y recursos; en su caso hizo dos ediciones especiales de libretas con obra fotográfica de las expediciones que ha realizado, dos de las cuales lideradas por el Instituto Antártico Chileno (INACH).

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