Aproximadamente un millón de especies vegetales y animales están en peligro de extinción, esta crisis de biodiversidad está afectando la vida en la Tierra junto con la contaminación del suelo y el agua, el desarrollo, la caza excesiva, el cambio climático y las especies invasoras.
Una esperanzadora propuesta para frenar estas pérdidas es la iniciativa internacional conocida como 30x30: conservar y proteger al menos el 30% de la superficie terrestre y marina de la Tierra para 2030. Actualmente, 112 países apoyan esta iniciativa, sostienen los investigadores Veronica Frans y Jianguo Liu.
Los científicos indican que proteger el 30% de la superficie de la Tierra ayudará a las especies y a los ecosistemas a recuperarse de las presiones que los están afectando.
Con esta iniciativa también se busca conservar los valiosos servicios que la naturaleza presta a los seres humanos, como la protección de las costas frente a las tormentas y la filtración del agua potable.
Proteger los bosques y las praderas puede contribuir a frenar el cambio climático al favorecer el almacenamiento de carbono en el suelo y las plantas.
Los investigadores en ecología, conservación y sostenibilidad global estudian la biodiversidad en todo el mundo, desde los pandas gigantes en las profundidades de los bosques de China hasta los leones marinos en las costas de Nueva Zelanda. Salvar una gran variedad de seres vivos exige encontrar un equilibrio entre las necesidades de la naturaleza y las de las personas, y una perspectiva global y holística.
Los científicos afirman que un enfoque de metaconexión, que contemple las interacciones entre los seres humanos y la naturaleza dentro de las distintas zonas y entre ellas, puede ayudar a alcanzar el objetivo 30x30.
Dado que 30x30 se centra en la protección de espacios para la naturaleza salvaje, mucha gente asume que significa apartar franjas de tierra u océano y mantener a la gente fuera de ellas. Pero eso no siempre es cierto.
A mediados de 2021, el 16.64% de la superficie terrestre y el 7.74% de los océanos del mundo se encontraban en zonas protegidas.
Los científicos coinciden en que las áreas protegidas deben incluir una gran variedad de especies, ecosistemas y hábitats que la iniciativa 30x30 pretende conservar. Hay muchas formas de elegir y priorizar nuevas zonas para su protección. Los criterios pueden incluir las especies, hábitats y ecosistemas que contiene un área; sus conexiones con otras áreas protegidas; lo extensa e intacta que es un área; y los beneficios que proporciona a las personas que viven dentro, cerca y lejos de ella.
Algunos científicos sostienen que las principales prioridades deberían ser los lugares ecológicamente intactos y prácticamente inalterados por el ser humano. Pero sólo un 3% de la tierra y los océanos de la Tierra se encuentran en este estado. Y ni siquiera los espacios naturales pueden escapar a los efectos del cambio climático provocado por las actividades humanas en otros lugares.
Más del 58% de la tierra de nuestro planeta y el 41% de sus océanos ya están sometidos a una presión humana de moderada a intensa. Esto significa que la mayoría de las nuevas zonas protegidas serán obras en curso, con proyectos de restauración para ayudar a recuperar especies, mejorar la calidad del hábitat y hacer más sanos los ecosistemas.
Es probable que los compromisos de conservación 30x30 de muchos países incluyan zonas como bosques y praderas abiertas al ocio, la tala, el pastoreo y otros usos.
Otro 40% de la tierra y un 10% de los océanos han experimentado un impacto relativamente bajo de las actividades humanas. Los ecosistemas terrestres con menor huella humana son la tundra, los bosques boreales y los desiertos. En el otro extremo, los bosques tropicales, subtropicales y templados son los que corren mayor riesgo.
En los océanos, las zonas con menor presión humana están cerca de los polos o en las regiones polares. Los ecosistemas coralinos, que albergan el 25% de toda la vida marina, son los más presionados.
No siempre es posible proteger grandes áreas. Algunos científicos sostienen que las zonas pequeñas pueden proteger con éxito a las especies, pero otros no están de acuerdo. En opinión de los autores, lo que importa en última instancia es cómo están conectadas las múltiples zonas protegidas y lo cerca que están unas de otras.
Las conexiones pueden desarrollarse de forma natural, como las rutas migratorias que utilizan las aves para desplazarse entre continentes. O pueden ser estructuras construidas por el hombre, como los puentes para la fauna salvaje sobre las autopistas. Conectar las zonas protegidas es importante porque fomenta la diversidad genética y hace posible que las especies se desplacen en respuesta al cambio climático y otras amenazas.
Teniendo en cuenta todos estos factores, la selección de zonas protegidas puede resultar complicada. Basándose en su investigación, los autores consideran que un enfoque holístico puede hacer que 30x30 sea viable y eficaz. Consta de tres partes.
En primer lugar, las áreas protegidas deben satisfacer tanto las necesidades de conservación como las necesidades humanas. En segundo lugar, al crear nuevas zonas protegidas, los investigadores y gestores deben considerar cómo interactuarán con las zonas adyacentes. En tercer lugar, los investigadores y funcionarios deben evaluar cómo interactuarán las nuevas áreas protegidas con áreas lejanas, incluso en otros países.
Este planteamiento se guía por el marco del metacoupling, que es una forma integrada de estudiar y gestionar las interacciones entre los seres humanos y la naturaleza en distintos lugares y entre ellos. Reconoce que los sistemas humanos y naturales de un lugar determinado pueden verse afectados, para bien o para mal, por las personas, las políticas y los mercados cercanos y lejanos.
En la Reserva Natural de Wolong, en el suroeste de China, Jack Liu, ha trabajado con colaboradores chinos para comprender y gestionar las interacciones entre los seres humanos y la naturaleza de modo que contribuyan a la recuperación de un icono de la fauna mundial: los pandas gigantes. Wolong, que ahora forma parte del Parque Nacional del Panda Gigante de China, fue una de las primeras y mayores reservas de pandas de China, y también alberga otros numerosos animales y plantas raros. También es el hogar de casi 6 mil personas.
El bosque es una parte importante del hábitat del panda, pero con el tiempo la población humana de Wolong creció y necesitó más recursos, como madera para cocinar y calentarse o para fabricar artículos para los turistas visitantes. En un estudio de 2001, el equipo demostró que el hábitat del panda en Wolong disminuía más rápidamente después de la creación de la reserva en 1975 que antes. La creciente demanda de madera estaba degradando y fragmentando el bosque y afectaba negativamente a la población de pandas.
Para invertir esta tendencia, el equipo colaboró con el gobierno chino para proporcionar más ayuda económica a la comunidad local a principios de la década de 2000. Esto aumentó los ingresos familiares y redujo la necesidad de talar madera.
Adoptar una visión geográfica amplia de la situación de los pandas ayudó a obtener un resultado positivo. Reconocer que el hábitat del panda se veía afectado no solo por las interacciones entre los seres humanos y la naturaleza dentro de Wolong, sino también por las interacciones entre Wolong y lugares adyacentes y distantes, demostró que las subvenciones a la conservación del lejano gobierno central de Pekín podían mejorar la protección de los bosques de Wolong.
En 2016, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza rebajó y reclasificó a los pandas gigantes de especie en peligro a vulnerable. Hoy en día se calcula que hay 1.800 pandas gigantes en libertad, gracias en parte a las subvenciones del gobierno que ayudaron a encontrar un equilibrio entre las necesidades de los humanos y las de los pandas.
Todas las áreas protegidas se ven influidas por la acción humana, tanto cerca como lejos. Los autores consideran que la creación y gestión de áreas protegidas con un enfoque holístico de metaconexión facilitará la consecución del objetivo 30x30 y la toma de decisiones acertadas que sostengan la naturaleza y el bienestar humano en todo el mundo.