San José.- La Promotora de Comercio Exterior de Costa Rica y la Fundación Costa Rica Estados Unidos para la Cooperación (CRUSA) difundieron la segunda convocatoria del Programa de Crecimiento Verde donde 30 empresas serán elegidas para tener fondos no reembolsables para desarrollar proyectos como certificaciones e innovaciones ambientales de procesos y productos.
Crecimiento Verde entregará durante cuatro años un total de 4 millones de dólares a emprendimientos y esfuerzos que busquen la descarbonización y la reactivación económica.
La propuesta busca que cada vez más empresas se unan a la eficiencia energética, las energías renovables, la reducción de emisiones, el uso de agua y la gestión integrada de residuos.
"El mercado ahora está hablando de cadenas de valor productivas y sostenibles. Si queremos que estas pequeñas empresas puedan exportar y competir en mercados internacionales no es solo un tema de accesorios, sino de competitividad de que si no se innova va a quedar fuera de grandes cadenas de valor", explicó el director de la Dimensión Ambiental en la Alianza Empresarial para el Desarrollo, Pablo Rojas.
Históricamente Costa Rica se ha posicionado como una de las economías más verdes del mundo, por lo que para las autoridades es necesario continuar potenciando este proceso y demostrar que el país hace esfuerzos por apoyar a las empresas para que avancen hacia la sostenibilidad.
"Tenemos un potencial de exportación mucho mayor del que hemos alcanzado en este momento y dadas las condiciones del mercado global debemos apuntar a lo que es la proyección sostenible del producto verde y ahí está la oportunidad para que Costa Rica aumente sus exportaciones, genere más empleos y lo haga de una manera social y ambientalmente beneficiosa", destacó la delegada ejecutiva de la Fundación CRUSA, Flora Montealegre.
Según las autoridades, una parte fundamental es gestionar de manera integral la sostenibilidad social, económica y ambiental.
En lo ambiental figuran aspectos como consumo de agua y electricidad, manejo de desperdicios, aguas residuales, así como la reducción de contaminantes atmosféricos.
En lo social hay que tomar en cuenta las condiciones laborales, la inclusión de personas con discapacidad y vulnerables, así como la equidad de género y cómo se relaciona la empresa con la comunidad.
Mientras que el punto económico evalúa no solamente las finanzas empresariales, sino cómo la compañía distribuye el bienestar en la cadena de valor, que tiene que ver con empoderar a proveedores, transparencia y gobernanza.
Un caso de éxito ha sido el de Adela Chavarría, ganadora de la primera convocatoria y quien cuenta con una empresa exportadora de flores que cultiva en las faldas del volcán Irazú, en la provincia de Cartago.
"Teníamos 30 años de exportar flores pero vimos cambios en el mercado y el calentamiento global, entonces decidimos reinventarnos con dos proyectos, uno de conservación del agua y de adición de materia orgánica a los suelos", dijo Chavarría.
Entre algunos procesos ahora reutilizan desechos para aplicarlos a través de composta, reacondicionaron un reservorio de agua, fortalecieron el riego por goteo y la adición de materia orgánica, con resultados muy positivos.