Ciudad de México.- En el marco del Día Mundial del Medio Ambiente, a conmemorarse el 5 de junio, un grupo de organizaciones integrantes de la Alianza por la Salud Alimentaria denunció los impactos de la producción de ultraprocesados en el planeta y la salud humana.
La evidencia ha demostrado que estos productos no son esenciales ni necesarios en la alimentación; por el contrario, aumentan los riesgos de enfermedad y mortalidad prematura, y dejan huellas ambientales significativas que contribuyen al cambio climático y a la pérdida de la biodiversidad.
El Relator Especial ante las Naciones Unidas sobre los derechos humanos y el medio ambiente, David R. Boyd, afirma que “las dietas compuestas por un exceso de proteínas animales y alimentos ultraprocesados, contribuyen a la deforestación y al acaparamiento de tierras en el sur global y, en última instancia, interfieren con el derecho a disfrutar de un medio ambiente seguro, limpio, saludable y sostenible”.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la Organización Mundial de la Salud, restringir los alimentos y bebidas altamente procesados contribuirá a una dieta más saludable y sostenible.
Un estudio reciente realizado por el Instituto Nacional de Salud Pública confirmó que los mexicanos que consumieron una dieta más sostenible, es decir, de menor impacto para la tierra, la pérdida de la biodiversidad y las huellas de carbono e hídrica, también consumieron menos alimentos procesados, bebidas azucaradas, granos refinados, azúcares añadidos y grasas. En contraste, otro estudio resaltó la gran huella hídrica de la fabricación de ultraprocesados; alrededor de 133 mil millones de litros de agua en México son utilizados con este fin.
La contaminación por ultraprocesados es un problema que empieza con la producción y que ha alcanzado diferentes dimensiones a nivel global. En Australia se ha podido comprobar que los productos “discrecionales” –es decir alimentos no esenciales altos en grasas, azúcar y sodio— contribuyen en un 27% de las emisiones de GEI relacionadas con la dieta. En este estudio, se colocó a la producción de carne roja como la de mayor proporción de emisiones, seguida por los alimentos discrecionales.
En Brasil, se examinaron las huellas de carbono, hídrica y ambientales de la dieta generadas durante el periodo que abarca los años de 1987 a 2018. Con el resultado se descubrió que la huella de carbono y hídrica de la dieta brasileña se triplicó, en gran parte debido al aumento en el consumo de ultraprocesados.
Otro estudio en el país documentó que el quintil de la población que consume estos productos, tiene una dieta con una huella hídrica 10% más alta que el quintil que consume la menor cantidad de ultraprocesados.
Los efectos de la industria de ultraprocesados fomentan la pérdida de biodiversidad. En el mercado se ofrecen más de 7 mil productos ultraprocesados que contienen cinco ingredientes en común: sustancias derivadas del azúcar de caña, leche, trigo, maíz y soya. En consecuencia, se promueve la siembra a través de monocultivos, principal factor de la erosión de la tierra, remplazando a las técnicas de rotación y a su vez, el consumo de alimentos tradicionales y naturales que aportan diversidad a la dieta.
Como resultado se sostienen dietas con acceso a muchos productos, pero poco diversas y e irresponsable con la biodiversidad.
Por otro lado, los empaques y botellas plásticos con los que se envuelven los ultraprocesados también contribuyen a la contaminación de nuestras aguas y espacios verdes. En la actualidad se producen casi 460 millones de toneladas de plástico al año; el 40% corresponde a empaques de un solo uso.
En 2018, la auditoría realizada por el movimiento Libérate del Plástico (Break Free From Plastic) comprobó que los residuos de las compañías Coca-Cola Company y PepsiCo encabezan la lista de empresas que contaminaron el ambiente con plástico; en cuarto lugar se encuentra Nestlé.
Cabe destacar que, a pesar del reclamo público, solo el 9% del plástico producido en el mundo ha sido reciclado.
El proceso de producción de estos plásticos tiene una enorme huella de carbono e hídrica. Casi el 99% de los plásticos se fabrican con productos químicos procedentes de combustibles fósiles, petróleo, gas y carbón.
En la actualidad la extracción, transportación y refinado del petróleo para la producción de plástico aporta aproximadamente 108 millones de toneladas métricas de dióxido de carbono (CO2eq) a nivel mundial. De cumplirse con la estimación, las emisiones generadas durante el ciclo de vida de los plásticos se incrementarían a 1.34 miles de millones de toneladas métricas (Tm)en 2030, lo que semeja a 300 plantas generadoras de carbón. El número aumentaría un 50% para el 2050.
Al comparar el impacto ambiental de un refresco en una botella de plástico con el filtrado de agua natural se aclara aún más el panorama. Para producir medio litro de Coca-Cola se necesitan 35 litros de agua y aunque su consumo demora entre 5 o 10 minutos, la degradación se extiende por 450 años, que es la vida de su botella plástica.
Es necesario tomar medidas urgentes para detener la fabricación de productos que no son esenciales ni necesarios para la dieta y que, por el contrario aumentan el riesgo de obesidad, diabetes, enfermedades cardiovasculares y mortalidad prematura; a la vez que dañan el medio ambiente y favorecen el avance el efecto invernadero y el calentamiento global.
La Alianza por la Salud Alimentaria pidio al gobierno mexicano que se fortalezca la regulación de estos productos en ambos sentidos y en consideración de la evidencia que organismos de la sociedad y académicos han sumado sobre los daños expuestos, además exigieron a la industria de ultraprocesados que asuman su responsabilidad sobre el detrimento del ambiente y de la salud humana