“Aire saludable, planeta saludable” no es sólo un lema conmemorativo para este 7 de septiembre, Día Internacional del Aire Limpio por un cielo azul, sino una aspiración de todas las sociedades que, tras 18 meses de contingencia sanitaria, hemos aprendido que a través del aire se pueden transmitir virus mortales o que dañan de diferente manera la salud humana.
La Organización de las Naciones Unidas [2] afirma que “la contaminación atmosférica es el mayor riesgo ambiental para la salud humana y una de las principales causas evitables de muertes y enfermedades”. Por ejemplo, en 2016 la contaminación del aire en interiores y exteriores causó alrededor de 6.5 millones de muertes prematuras en todo el mundo.
La contaminación del aire afecta, de manera desproporcionada, a las mujeres, los niños y los ancianos. En particular a las poblaciones de bajos ingresos expuestas a altos niveles de contaminación en interiores y espacios abiertos por los métodos de cocina y calefacción que utilizan leña y petróleo.
Se trata de un problema mundial que debe combatirse firmemente, porque la contaminación atmosférica tiene efectos de largo alcance por su vasta propagación, y si no se actúa decisivamente, la cifra de muertes causadas por la contaminación en espacios abiertos crecerá más de un 50% antes del 2050.
Las 193 naciones adheridas a la ONU han asumido el compromiso de reducir sustancialmente, para 2030, la cifra de muertes y enfermedades causadas por productos químicos peligrosos, y por la contaminación del aire, el agua y el suelo, así como reducir el impacto ambiental negativo per cápita de las urbes, con especial atención a la calidad del aire y la gestión de los desechos municipales.
La contaminación significa elevados costos para la economía, la productividad laboral, la atención sanitaria y el turismo, entre otros rubros, motivos más que suficientes para justificar cualquier inversión en controlar y combatir la contaminación, sobre todo si hay soluciones eficaces para lograrlo.
Para el desarrollo sostenible [3], la mala calidad del aire plantea un problema en todos los países, en particular en las ciudades y las zonas urbanas de los países en desarrollo, donde los niveles de contaminación atmosférica son superiores a los límites establecidos en las directrices sobre calidad del aire de la Organización Mundial de la Salud [4].
En 2020, la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó el 7 de septiembre como Día Internacional del Aire Limpio por un cielo azul [5] ante el creciente interés de la comunidad internacional por el aire limpio, y puso énfasis en la necesidad de sumar esfuerzos para mejorar la calidad del aire a fin de proteger la salud humana.
En ese sentido, la conmemoración es también un llamado a la acción de personas, sociedades y gobiernos a alinear esfuerzos colectivos y reclamar el derecho al aire limpio.
El tema de este año, "Aire saludable, planeta saludable [6]", subraya los efectos de la contaminación del aire en la salud, particularmente durante la pandemia de la COVID-19, por lo que se busca dar prioridad a un aire saludable, así como resaltar los vínculos de la contaminación atmosférica con otros temas críticos como el cambio climático, la salud humana y planetaria y los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
En el documento final de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible [7] (Río de Janeiro, junio de 2012), los países firmantes se comprometieron a promover políticas de desarrollo sostenible que contribuyeran a la buena calidad del aire en el contexto de las ciudades y los asentamientos humanos sostenibles.
Asimismo, la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible [8] reconoce en su hoja de ruta para lograr el desarrollo sostenible, la protección del medio ambiente y la prosperidad para todos, que reducir la contaminación atmosférica es importante para el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible [9].
A su vez, la Organización Mundial de la Salud y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente conformaron la Coalición Clima y Aire Limpio para liderar BreatheLife [10], una campaña global que tiene como objetivo movilizar a las ciudades y a las personas para reducir el impacto de la contaminación del aire en nuestra salud y en el clima.
Busca proporcionar una plataforma para que las ciudades compartan las mejores prácticas y demuestren el progreso en su camino hacia los objetivos de calidad del aire.
La ONU [11] pretende que el mundo tome conciencia para erradicar de una vez por todas los múltiples problemas que acarrea la falta de aire limpio a los seres humanos, al medio ambiente y todo lo que se mueve, respira y vive en él. Su propuesta está enfocada en buscar nuevas alternativas, recopilar datos, así como impulsar la investigación y el desarrollo de políticas y prácticas innovadoras que contribuyan a mejorar la calidad del aire.
El impacto de la contaminación atmosférica puede mitigarse con propuestas como estas:
- Reducir el uso de vehículos y utilizar el transporte público, la bicicleta o caminar.
- Usar el agua de forma racional, lo mismo que la energía eléctrica.
- Consumir productos ecológicos, evitar la adquisición de productos plásticos. Aplicar la regla de las tres R: Reduce-Reutiliza-Recicla.
- Elegir productos no tóxicos para el medio ambiente al decorar, remodelar o modificar casas, oficinas, tiendas, etcétera.
- Optar por sistemas de calefacción de alta eficiencia y calidad, cuya vida útil esté garantizada para operar durante muchos años.
- Evitar quemar basura o cualquier otro tipo de desecho.
- Usar energía renovable.
- Educar a niños, familiares y amigos en la preservación del medio ambiente.