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Proyecto Orhi: cuando los residuos se convierten en soluciones

Proyecto Orhi: cuando los residuos se convierten en soluciones

Promovida por un consorcio de distintas entidades e instituciones de Francia y España, esta iniciativa lleva el nombre de un monte pirenaico como reflejo de su vocación transfronteriza.

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Residuos
Efe/Solteco/ José Vicente Sainz

San Sebastián.- Europa desperdicia cada año cerca de 88 millones de toneladas de alimentos y genera 25.8 millones de toneladas de plásticos, unas cifras impactantes que programas como el proyecto de cooperación transfronteriza POCTEFA Orhi aspiran a rebajar mediante innovadoras fórmulas.

Promovida por un consorcio de distintas entidades e instituciones de Francia y España, esta iniciativa lleva el nombre de un monte pirenaico como reflejo de su vocación transfronteriza.

Se ha desarrollado en los tres últimos años con el fin de impulsar la competitividad en el sector agroalimentario a ambos lados de la frontera, proponiendo ideas novedosas y nuevos modelos de negocio que permitan avanzar hacia una "economía circular".

Entre las acciones desarrolladas se encuentran la publicación de varios catálogos dedicados a las tecnologías innovadoras, la definición de los principales retos que afrontar con los residuos orgánicos y plásticos, y el fomento de sinergias transfronterizas mediante talleres y transferencia de conocimiento entre centros de investigación y empresas.

Dotado con casi dos millones de euros, de los que el programa europeo Interreg V-A España-Francia-Andorra (POCTEFA) aporta un 65%, Orhi ha identificado en el último año y medio un total de 17 proyectos con posibilidades de recibir estas tecnologías.

Seis de ellos se encuentran ya en fase de implantación, según explica Iratxe Acha, responsable del centro de apoyo a la creación de nuevas actividades empresariales Saiolan.

Los resultados fueron dados a conocer de forma telemática en la jornada final del proyecto por varios de sus participantes, procedentes de las comunidades autónomas españolas de Euskadi, Navarra y La Rioja, así como de las regiones francesas de Pirineos Atlánticos y Occitania.

Proyectos con residuos

Como ejemplo, la colaboración entre el Centro Lácteo Leartiker de Bizkaia con la quesería navarra Axuribeltz permitirá aprovechar el lactosuero residual de la producción de queso para crear nuevos productos de alto valor añadido como bebidas fermentadas, requesón e incluso zumos enriquecidos combinando este suero con frutas.

"Entre un 85 y un 90 % de cada cien litros de leche empleados para elaborar queso se convierten en suero lácteo que debe ser gestionado por la quesería", explica la experta de Leartiker Malen Sarasua, quien aclara que se trata de un líquido rico en proteína y lactosa que, en caso de llegar a un río, podría generar una gran mortandad de peces por "anoxia" (disminución) de oxígeno en el agua.

Ahora, con estos nuevos aprovechamientos alimentarios, se podrán evitar eventuales "problemas medioambientales", así como la generación de residuos lácteos, a la vez que se aprovecha este recurso para "darle un valor añadido" y obtener además "una rentabilidad".

Otro de los proyectos consiste en la recuperación de desperdicios plásticos empleados en la agricultura, como los "film" utilizados en el cultivo de los champiñones, que podrían ser fundidos junto a otros desechos del mismo material procedentes de vertederos para crear "madera plástica".

Una técnica en la que ya se ha interesado la Asociación Profesional de Productores de Sustratos y Hongos de La Rioja, Navarra y Aragón (Asochamp).

José Vicente Sainz, de la firma riojana Solteco, explica que la "madera plástica" recibe un tratamiento de carpintería para elaborar mobiliario de exterior como bancos, vallas, postes y hasta macetas para huertos urbanos con una vida útil muy larga que hace que veinte años después "estén como el primer día", porque no precisan mantenimiento.

Por su parte Patrick Riga, miembro del centro vasco de investigaciones agrarias Neiker, destaca los beneficios de la aplicación de nanoburbujas de aire, oxígeno u ozono a los cultivos agrícolas.

Esta tecnología, originaria de Japón, posibilita un mayor rendimiento de los cultivos, según explica el experto de Saiolan Alfonso Pardo, porque las plantas logran más alimento y crecen más rápido, a la vez que se consigue un ahorro en fertilizantes.

La utilización de entre el 30 y 3% de las partes del brócoli que desechan las empresas alimentarias tradicionales, a pesar de que mantienen todas sus cualidades, constituye la base de otro de los proyectos Orhi, en el que trabaja la empresa navarra Ingredalia, dedicada al encapsulado de extractos de esta planta como complemento alimenticio.

Iniciativas en Francia

Al otro lado de la frontera, en Francia, destacan proyectos para la obtención de gas en granjas a partir de sus propios residuos con el que se alimenta un generador de energía a escala muy pequeña (picometanización).

Se lleva a cabo en la empresa "Les jardins de Sandrine", dedicada a la creación de productos alimenticios a partir de frutas y hortalizas en la región de Pirineos Atlánticos.

También en la parte gala, la psicifactoría Truite de Banka ha comenzado a utilizar el agua residual de sus tanques como alimento para cultivos hidropónicos de hortalizas que aprovechan así los nutrientes gracias a una tecnología transferida por la empresa BiOPONi.

Una iniciativa que, como el resto de las del proyecto Orhi, permite profundizar en la "economía circular" de reaprovechamiento de los desechos y la generación de "residuos cero".

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