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Estrés por calor incrementa la mortandad de los animales

Estrés por calor incrementa la mortandad de los animales

A medida que el planeta se calienta, los efectos del estrés por calor en los animales se hacen cada vez más evidentes y, desde insectos hasta arrecifes de coral y biodiversidad en ecosistemas enteros padecen los graves impactos del estrés por calor, mientras algunos científicos consideran que se han subestimado los impactos.

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Aves en el agua
Larry W. Smith

Los Ángeles.- Hace varios años, un equipo de investigación del Proyecto Grinnell Resurvey de la Universidad de California, Berkeley, descubrió que casi un tercio de las 135 especies de aves presentes hace un siglo son menos comunes hoy en día y no están tan extendidas.

El “estrés por calor asociado con el cambio climático” es el culpable, concluyó el estudio, porque las aves del desierto necesitan más agua para mantenerse frescas, la cual no está disponible.

“A menudo pensamos que el cambio climático puede causar un evento de mortalidad masiva en el futuro, pero el estudio muestra que el cambio ocurrido en el clima es demasiado caluroso y, en ciertas áreas, los animales no pueden tolerarlo”, afirmó Eric Riddell, ecólogo fisiológico y autor principal.

El verano pasado en Europa se rompieron numerosos récords de altas temperaturas, y se espera que “la frecuencia, intensidad y duración de las olas de calor aumenten”, según un documento reciente. Las olas de calor marinas ocurren cuatro o cinco veces más frecuentemente que en la década de 1980, de acuerdo a otro estudio reciente.

Australia ha sido la zona cero por las recientes olas de calor extremo, al grado que 35 de las 39 oleadas registradas han ocurrido desde 1994. El verano pasado fue el segundo más caluroso y se prevé que el país se caliente más rápido que el promedio mundial, aumentando 4 grados Celsius para 2100.

Uno de los eventos de calor mejor estudiados en Australia tuvo lugar en 2011 y muestra lo devastadores que pueden ser los efectos del calor extremo, tanto en los ecosistemas terrestres como en los marinos.

Las temperaturas excepcionales, concluyó un documento de 2018, causaron cambios “rápidos, diversos y de gran escala” y “desencadenaron interrupciones abruptas, sincrónicas, ecológicas, incluyendo mortalidad, cambios demográficos y distribución alterada de especies”.

El documento dijo que la extinción de los árboles y el blanqueamiento de los corales ocurrieron simultáneamente en respuesta a la ola de calor y “fueron acompañados por la mortalidad de las plantas terrestres, la pérdida de algas marinas y el colapso de la población de la cacatúa negra de Carnaby, una especie de ave terrestre en peligro; crisis en los pingüinos marinos y brotes de insectos que perforan madera”.

Esta cascada de eventos llevó al equipo de investigadores a concluir que “se subestima el alcance de la vulnerabilidad ecológica a los aumentos proyectados en las olas de calor”.

En febrero, la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de los Estados Unidos (NOAA) predijo que este año traería el tercer gran evento de blanqueamiento de corales en la Gran Barrera de Coral, en cinco años, debido a las olas de calor. El blanqueamiento de los corales ocurre cuando las altas temperaturas del mar hacen que los corales vivos expulsen las algas simbióticas de las que dependen.

John J. Wiens, ecólogo evolutivo de la Universidad de Arizona y coautor del estudio, dijo que la investigación crea un modelo que permite estimar a qué temperatura las especies ya no podrán soportar el calor. “Podemos estimar la extinción global de cada especie”, señaló.

Estimó que si hay un calentamiento global moderado, el 16 por ciento de todas las especies se perderían; si hay un calentamiento más severo, se podría perder el 30 por ciento. “El panorama general es que una de cada tres especies podría extinguirse en los próximos 50 años”, agregó Wiens.

Parte de lo que dicta si las especies sobrevivirán es su fisiología y hábitos. Los pájaros jadean para refrescarse, exhalando aire y agua. Cuanto más se calientan, más agua necesitan para expulsar. La paloma de luto, por ejemplo, requiere de 10 a 30 por ciento más de agua para mantenerse fresca que hace un siglo, según el Proyecto Grinnell Resurvey.

Las aves que se alimentan de insectos o animales, que obtienen su agua de sus presas, están peor. El estudio del desierto de Mojave encontró que si las necesidades de agua aumentan en un 30 por ciento, las aves más grandes necesitan atrapar de 60 a 70 insectos más por día para satisfacer sus necesidades de agua, lo que tiene un costo energético.

Por eso los carnívoros aviares en el desierto, incluido el cernícalo, el halcón de las praderas y el buitre de pavo, han disminuido junto con los insectívoros, como los mosquitos y los carboneros de montaña. En total, la creciente necesidad de agua ha llevado a una disminución del 43 por ciento en la riqueza de especies, concluyó el Proyecto Grinnell Resurvey.

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