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El cambio climático pone en riesgo la seguridad energética del mundo

El cambio climático pone en riesgo la seguridad energética del mundo

El cambio climático afecta directamente al suministro de combustible, a la producción de energía y a la resiliencia física de la infraestructura energética actual y futura. Las olas de calor y las sequías ya están poniendo a prueba la generación de electricidad existente, por lo que es aún más importante reducir las emisiones de combustibles fósiles.

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Emisiones contaminantes
Ella Ivanescu/Unsplash

Existe el riesgo de que el cambio climático, el aumento de los fenómenos meteorológicos extremos y el estrés hídrico socaven la seguridad energética e incluso pongan en peligro el suministro de energías renovables, según un nuevo informe interinstitucional de la Organización Meteorológica Mundial (OMM). Este informe se centra este año en la energía porque es la clave de los acuerdos internacionales sobre desarrollo sostenible y cambio climático y, en realidad, de la salud del planeta.

El cambio climático afecta directamente al suministro de combustible, a la producción de energía y a la resiliencia física de la infraestructura energética actual y futura. Las olas de calor y las sequías ya están poniendo a prueba la generación de electricidad existente, por lo que es aún más importante reducir las emisiones de combustibles fósiles.

El impacto de unos fenómenos meteorológicos, hídricos y climáticos extremos más frecuentes e intensos ya es evidente.

Por ejemplo, en enero de 2022, los apagones masivos causados por una ola de calor histórica en Buenos Aires (Argentina) afectaron a unas 700 mil personas. En noviembre de 2020, la lluvia congelante cubrió las líneas eléctricas del extremo oriental de la Federación de Rusia, lo que dejó a cientos de miles de hogares sin electricidad durante varios días.

En consecuencia, la preocupación por cómo repercute el aumento de la temperatura mundial en la seguridad energética es primordial en la carrera hacia las emisiones netas cero.

Las emisiones netas cero se consiguen cuando el CO2 emitido por las actividades humanas se equilibra mundialmente con el CO2 que se elimina en un período específico. Las emisiones netas cero de CO2 también se denominan neutralidad en carbono.

Escasez de recursos hídricos

En 2020, el 87% de la electricidad mundial generada por sistemas térmicos, nucleares e hidroeléctricos dependía directamente de la disponibilidad de agua. Mientras tanto, el 33% de las centrales termoeléctricas que dependen de la disponibilidad de agua dulce para su refrigeración se encuentran en zonas de alto estrés hídrico. Este es también el caso del 15% de las centrales nucleares existentes, porcentaje que se espera que aumente al 25% en los próximos 20 años.

El 11% de la capacidad hidroeléctrica se encuentra también en zonas con gran estrés hídrico. Asimismo, aproximadamente el 26 % de las presas hidroeléctricas existentes y el 23% de las previstas se encuentran en cuencas fluviales que actualmente tienen un riesgo de escasez de agua entre medio y muy alto.

Las centrales nucleares no solo dependen del agua para su refrigeración, sino que además suelen estar situadas en zonas costeras bajas y, por tanto, son potencialmente vulnerables al aumento del nivel del mar y a las inundaciones relacionadas con el clima. Por ejemplo, la central nuclear de Turkey Point, en Florida (Estados Unidos), que se encuentra al nivel del mar, se verá amenazada en los próximos decenios.

La mejora periódica de las prácticas operativas y la evolución de las obligaciones reglamentarias pueden reducir sustancialmente las pérdidas de producción de las centrales nucleares ocasionadas por las inclemencias del tiempo, según el Organismo Internacional de Energía Atómica.

Los planes de acción climática deben dar prioridad a la energía

A pesar de estos riesgos, solo el 40% de los planes de acción climática presentados por los gobiernos a la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) dan prioridad a la adaptación en el sector energético, y la inversión es baja en una medida equivalente.

Según el informe, el suministro procedente de fuentes de bajas emisiones debería duplicarse de aquí a 2030 para que el mundo alcance el objetivo de emisiones netas cero en 2050.

La transición a las energías renovables contribuirá a aliviar el creciente estrés hídrico mundial, puesto que la cantidad de agua utilizada para generar electricidad mediante la energía solar y eólica es mucho menor que la que utilizan las centrales eléctricas más tradicionales, las cuales se abastecen de combustibles fósiles o energía nuclear.

Sin embargo, los compromisos actuales de los países están muy por debajo de los niveles necesarios para cumplir los objetivos fijados por el Acuerdo de París, lo que se traduce en una brecha del 70 % en la cantidad necesaria de reducciones de emisiones para 2030.

Las promesas relativas a las energías renovables representan menos de la mitad del nivel necesario. Para alcanzar el objetivo mundial a largo plazo del Acuerdo de París en relación con la temperatura hace falta instalar 7.1 TW de capacidad de energía limpia de aquí a 2030, según las cifras citadas en el informe.

El mundo no alcanzará el objetivo del acceso universal a una energía asequible, fiable, sostenible y moderna para 2030, como se establece en el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 7, por un amplio margen.

Las políticas y normativas necesarias para posibilitar la descarbonización del sector energético siguen siendo especialmente deficientes en África, América del Sur y Asia, según el Banco Mundial. Asimismo, el reconocimiento de la necesidad de servicios para respaldar las energías renovables es particularmente bajo en las contribuciones determinadas a nivel nacional con arreglo al Acuerdo de París.

Las inversiones en energías renovables deben triplicarse de aquí a 2050

Las inversiones en energías renovables deben triplicarse de aquí a 2050 para situar al mundo en una trayectoria de emisiones netas cero en 2050, según las cifras que se citan en el informe. En 2019-2020, la mayoría de las inversiones en energías renovables se realizaron en la región de Asia Oriental y el Pacífico (principalmente China y el Japón), seguida de Europa Occidental y América del Norte.

Los países en desarrollo están infrarrepresentados a la hora de acceder a la financiación de las energías limpias.

Los flujos financieros públicos de carácter internacional destinados a los países en desarrollo en apoyo de la energía limpia y el logro del ODS 7 disminuyeron en 2019 por segundo año consecutivo y se situaron en 10 900 millones de dólares. Este apoyo fue un 23 % inferior a los 14 200 millones de dólares aportados en 2018, un 25 % inferior a la media del período comprendido entre 2010 y 2019 y representó menos de la mitad del nivel máximo, registrado en 2017, de 24 700 millones de dólares.

África podría ser un actor importante en el sector de las energías renovables

África ya se enfrenta a los graves efectos del cambio climático, incluidas las sequías masivas, a pesar de ser el continente que menos ha contribuido al problema.

El descenso de los costos de las tecnologías limpias supone una nueva promesa para el futuro de África, que tiene una gran oportunidad de ayudar a reducir la brecha de la necesidad de energías renovables. Alcanzar los objetivos energéticos y climáticos de África significa duplicar la inversión en energía en este decenio, lo que daría lugar a un enorme aumento de la adaptación. Solo el 2 % de las inversiones en energías limpias de los dos últimos decenios se realizaron en África.

Para que toda la población de África tenga acceso a energía moderna se necesita una inversión de 25 mil millones de dólares anuales, lo que supone alrededor del 1% de la inversión energética mundial actual.

Los servicios climáticos proporcionan información fiable

Los sistemas de energía renovable dependen del tiempo y del clima, por lo que la transición a las energías limpias exige mejorar la información y los servicios climáticos para respaldar las decisiones sobre la selección de los emplazamientos y las operaciones, el mantenimiento y la gestión.

Los servicios climáticos se definen como la producción y entrega de información climática pertinente, creíble y utilizable. El sector energético tiene una amplia experiencia en la utilización de servicios meteorológicos. Con todo, debe seguir trabajando para incorporar la información sobre el clima a su toma de decisiones, con el fin de aumentar la resiliencia de los sistemas energéticos a las perturbaciones relacionadas con el clima e impulsar la eficiencia energética.

Hay un amplio margen de mejora. Menos del 50 % de los Miembros de la OMM ofrecen productos a medida para el sector energético, lo que demuestra el potencial inexplotado de los Servicios Meteorológicos e Hidrológicos Nacionales y la labor que hay que desplegar para atender las nuevas necesidades de ese sector.

¿Por qué se necesitan servicios climáticos?

La planificación y el funcionamiento del sector energético se ven afectados por la variabilidad del tiempo y el clima y por los cambios meteorológicos y climáticos. Habida cuenta de que los sistemas energéticos dependen cada vez más de las variaciones del tiempo, es evidente que el flujo de información obtenido a partir de las predicciones y los datos meteorológicos y climáticos debe incorporarse adecuadamente a los sistemas de apoyo a las decisiones.

El sector eléctrico, aunque utiliza habitualmente predicciones meteorológicas de hasta 15 días, tiene menos experiencia en el uso de datos climatológicos.

Una utilización más eficaz de la información climática contribuye a ampliar la infraestructura de las energías renovables, pero también promoverá la eficiencia de los sistemas de energía limpia y la resiliencia frente al clima. Para lograr ese objetivo, es necesario aumentar y mantener las inversiones en estos servicios, sustentadas por el reconocimiento de su necesidad a través de políticas mejoradas.

Algunos ejemplos de aplicaciones de los servicios climáticos en el ámbito de la energía son:

  • La planificación de las compras de gas y energía eléctrica.
  • La gestión de las respuestas en situaciones de emergencia.
  • La gestión de la capacidad y los recursos (por ejemplo, la gestión de la red o la distribución, así como la producción de electricidad o la fijación de su precio).
  • La optimización del funcionamiento de las centrales eléctricas de energía renovable, especialmente los embalses y las operaciones hidroeléctricas.

En el sector de la energía, los estudios han demostrado el valor económico de las predicciones a muy corto plazo, subestacionales y estacionales (por ejemplo, de la temperatura, la velocidad del viento o el flujo fluvial) para las decisiones en materia de compra de combustible, la previsión de la demanda y la generación y la planificación de los sistemas.

Las predicciones de la temperatura permiten a los gestores pronosticar con mayor precisión los picos de carga y programar de forma óptima las centrales eléctricas para satisfacer la demanda a un costo menor. Para el funcionamiento de las centrales hidroeléctricas se recurre a las predicciones diarias, semanales y estacionales de las precipitaciones y los flujos fluviales, que pueden ayudar a optimizar las operaciones.

Por ejemplo, el uso de las predicciones del flujo fluvial aumenta la producción de energía de las principales presas hidroeléctricas del río Columbia (Estados Unidos) en 5,5 TWh/año, lo que supone un aumento medio de los ingresos anuales de aproximadamente 153 millones de dólares.

Del mismo modo, el empleo de predicciones para gestionar las operaciones hidroeléctricas en Etiopía produce beneficios decenales acumulados que oscilan entre los 1 000 y los 6 500 millones de dólares, en contraste con un enfoque climatológico (sin predicciones).

El desarrollo y la aplicación de productos y servicios climáticos específicos a través del Marco Mundial para los Servicios Climáticos pueden respaldar tanto la adaptación como la mitigación.

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