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La contaminación del aire puede causar daños al cerebro humano

La contaminación del aire puede causar daños al cerebro humano

El impacto de la contaminación en el cerebro humano es cada vez más evidente, y la ciencia ha avanzado en su comprensión en las últimas décadas.

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CDMX
Vista de la Ciudad de México. Raul Varela

En la década de 1990, los habitantes de Ciudad de México notaron cambios en el comportamiento de sus perros, lo que llevó a la investigadora Lilian Calderón-Garcidueñas a estudiar el tejido cerebral de perros urbanos y rurales, descubriendo que los urbanos tenían signos de neurodegeneración, mientras que los rurales no.

Posteriormente, Calderón-Garcidueñas estudió los cerebros de 203 personas en Ciudad de México, descubriendo que solo uno no tenía señales de neurodegeneración, lo que sugiere que la exposición crónica a la contaminación del aire puede afectar negativamente el sistema olfativo y hacer que las personas sean más susceptibles a enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer y el Parkinson.

La contaminación atmosférica es perjudicial para el cuerpo humano y afecta a casi todos los órganos, causando enfermedades como el asma, enfermedades cardiovasculares, cáncer, muerte prematura y derrames cerebrales, entre otros.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la contaminación del aire encabeza la lista de amenazas para la salud en todo el mundo, causando siete millones de muertes anuales. Los niños y los bebés son especialmente susceptibles.

Aunque la contaminación puede causar o contribuir al Alzheimer o al Parkinson, no está científicamente comprobado. El trabajo de Calderón-Garcidueñas está a la vanguardia de demostrar que la contaminación atmosférica afecta directamente al cerebro a través del aire que se respira, y tiene graves repercusiones.

Estidios demiestran que las partículas diminutas eluden los sistemas de filtrado del organismo al inhalarse por la nariz y la boca y viajan directamente al cerebro. Las partículas finas y ultrafinas, que provienen de los gases de escape de los motores diésel, el hollín, el polvo y el humo de los incendios forestales, suelen contener metales, lo que agrava su impacto.

Es probable que el cambio climático agrave los efectos de la contaminación atmosférica en el cerebro y la salud mental. El ozono, por ejemplo, se ha relacionado con la neurodegeneración, la disminución de la plasticidad cerebral, la muerte de neuronas y el deterioro del aprendizaje y la memoria.

La investigación en este campo demuestra que los factores ambientales deben ser incorporados a las evaluaciones médicas, especialmente en lugares donde los altos niveles de contaminación atmosférica son un problema crónico, como en el sur de California y la Front Range de Colorado.

Averiguar el impacto de la contaminación atmosférica en el cerebro ha sido más difícil que en otros órganos debido a su inaccesibilidad, por lo que no se ha investigado a fondo. Aunque todavía hay mucho por aprender, queda claro que la contaminación atmosférica es un riesgo grave para la salud humana y debe ser abordada de manera urgente.

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