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La geoingeniería propone inundar ciudades para frenar calentamiento global

La geoingeniería propone inundar ciudades para frenar calentamiento global

Cuando el calor afecta demasiado, mucha gente opta por darse una ducha y refrescarse. Ahora esta idea ha sido tomada por la geoingeniería, que propone inundar las ciudades para mantener el aumento de la temperatura a raya.

Berlín.- Ante la pregunta de ¿cómo serán las ciudades en la próxima era, cuando miles de millones de personas se muden a las grandes metrópolis, la mayoría agrupadas a lo largo de las costas, al tiempo que las aguas estén aumentando?

“En lugar de mudarse a un terreno más alto, ¿qué pasaría si se quedan?”, reflexionó Jonathon Keats, un artista conocido por sus divertidos experimentos de pensamiento. Para la Iniciativa de Ciudades Primordiales en STATE Studio en Berlín, Keats se inspiró en el pasado distante, cuando las formas de vida unicelulares apenas comenzaban a establecerse en la Tierra.

El clima era duro e impredecible, pero las “ciudades” encontraron una manera de existir. Se llaman estromatolitos, comunidades de organismos unicelulares que viven inmersos en las mareas de los antiguos mares; estas comunidades que alguna vez fueron ubicuas ahora solo sobreviven en unos pocos lugares en el oeste de Australia y las Bahamas.

Los estromatolitos no presentan mucho para mirar. Básicamente son columnas de barro fangoso, pero si se ven en un microscopio, suceden muchas cosas en cada nivel de la torre, además de haber bacterias que convierten la luz solar en alimento.

Debajo de ellos hay capas de especies unicelulares que realizan diferentes funciones en cada nivel. Los desechos de las capas superiores se filtran y se convierten en alimento para las criaturas de abajo, mediante la economía de goteo. Si se juntan suficientes organismos, el goteo comienza a unir el lodo, formando columnas entre las olas.

Los diseñadores tienen una larga historia de “biomimética” o copia de las innovaciones de la naturaleza: la nariz del tren bala se inspiró en el pico de un martín pescador que se zambulle, para cortar mejor el aire; un edificio de oficinas en Zimbabwe está modelado en un montículo de termitas para enfriarse sin aire acondicionado.

Quizá los arquitectos del futuro podrían usar los estromatolitos como inspiración, ya que después de todo, pensó Keats, el agua enfría las cosas cuando hace demasiado calor.

“Las temperaturas y el nivel del mar están aumentando”, dijo Keats. “Los océanos están llegando y si los estromatolitos pudieran hablar, dirían “adelante”.

Trabajando en el Fraunhofer Institute for Building Physics, en Stuttgart, Alemania, Keats comenzó a construir modelos de ciudades inundadas, para lo cual usó modelos informáticos de barrios en ciudades como Shanghái y Nueva York para probar los efectos de las inundaciones en 2100 y 2300 y, como sospechaba, las temperaturas fueron moderadas por el agua.

Luego construyó modelos físicos: pequeños edificios en una bandeja de agua, bañados por el calor de un “sol artificial”. Al absorber el agua y luego liberarla a la evaporación, los edificios modelo pudieron enfriarse.

Keats no se detuvo allí. Quería descubrir si las ciudades podían funcionar como los estromatolitos en todos los sentidos: alimentándose del sol y construyéndose durante siglos. ¿Podrían los edificios de departamentos crecer de alguna manera mientras sacrificaban sus niveles inferiores a los mares?

A medida que crecían los mares, los residentes se movían hacia arriba y sacrificaban los niveles inferiores al agua. Los edificios que diseñó, aunque “no están listos, son serios, respaldados por una ingeniería real”.

Por supuesto, un ingeniero en una ciudad de mareas tendría muchos problemas que resolver. ¿Cómo se movería la gente? ¿Cómo manejar las aguas residuales?, por lo que Keats reconoce que su “solución” no es ideal y sí una idea terrible. “Creo que hay algo interesante en una solución que es una mala idea, pero tal vez sea la mejor idea que tenemos”.

Al igual que la geoingeniería, estas ciudades imaginarias de las mareas ilustran las absurdas distancias que tendremos que recorrer para adaptarnos al cambio climático, si no se pone fin a la contaminación por carbono. “Sirve como una promesa que también es una amenaza”, dijo Keats.

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