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Proyectos energéticos comunitarios, claves en la transición hacia las renovables

Proyectos energéticos comunitarios, claves en la transición hacia las renovables

Los modelos de comunidades energéticas pueden ser mecanismos eficaces para llevar a cabo transiciones energéticas limpias. No sólo ilustran los beneficios de las intervenciones en lugares específicos, sino que también ponen de relieve el valor añadido de los enfoques inclusivos.

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Celdas solares
Asia Chang

Las comunidades energéticas locales, o proyectos energéticos comunitarios, están mostrando claros beneficios en todo el mundo en el despliegue de tecnologías renovables, la mejora de la eficiencia, el apoyo al suministro fiable de energía, la reducción de facturas y la generación de empleo local. Al mismo tiempo, estas iniciativas están recibiendo cada vez más atención como vehículos eficaces hacia sistemas energéticos más inclusivos, equitativos y resilientes.

Las plataformas y herramientas digitales facilitan la creación de cooperativas, la participación de las partes interesadas, las inversiones y el intercambio de electricidad. Cada vez son más los países que destinan fondos importantes a apoyar proyectos limpios de base comunitaria.

El Plan Nacional de Recuperación y Resiliencia de Italia ha asignado 2,200 millones de euros para apoyar a las comunidades energéticas y el autoconsumo, mientras que la Ley de Reducción de la Inflación de Estados Unidos de 2022, de 370,000 millones de dólares, ofrece incentivos financieros adicionales para proyectos comunitarios de energía limpia.

La Agenia Internacional de la Energía (AIE) organizó recientemente debates para explorar y compartir experiencias sobre el papel que pueden desempeñar las comunidades energéticas en el apoyo a las transiciones hacia energías limpias.

Con una presión cada vez mayor para acelerar la descarbonización y mitigar los efectos de la crisis energética en los hogares y las empresas, las comunidades energéticas de base comunitaria pueden ayudar a abordar numerosos retos a los que se enfrentan los sistemas eléctricos, como las pérdidas, la congestión de la red y la necesidad de acomodar la creciente demanda punta.

Recientemente, la AIE ha calculado que una gigatonelada de emisiones de dióxido de carbono procede de las pérdidas en la red, lo que equivale a casi el 3% de las actuales emisiones mundiales de CO2 relacionadas con la energía. Generar, compartir y consumir electricidad a nivel local puede evitar estas pérdidas y mejorar la eficiencia energética. Por ejemplo, en el norte de Perth (Australia), una batería compartida por 119 hogares supuso un ahorro colectivo de más de 81 000 dólares australianos durante un periodo de cinco años.

La batería también ayudó a aliviar la presión sobre la red al permitir una reducción del 85% del consumo de electricidad de la red en las horas punta para los hogares participantes. La comunidad energética de Magliano Alpi, en los Alpes italianos, desarrolló herramientas para prever la generación y la demanda de energía y compartir la electricidad, lo que permitió a la comunidad utilizar más eficazmente sus sistemas solares fotovoltaicos y cubrir el 35% de sus necesidades de electricidad. La mayor dependencia de sus propios recursos de generación durante los periodos de máxima demanda alivió la tensión de la red y ayudó a aplazar costosas mejoras de las infraestructuras.

Aumentar la eficiencia energética y los beneficios para la comunidad mediante la generación y el uso compartido de la energía local

Proporcionar a los clientes acceso a sus datos de producción y consumo de energía es crucial para el éxito de las comunidades energéticas, ya que aumenta la concienciación sobre las repercusiones del comportamiento individual y subraya los beneficios económicos de formar parte de la comunidad.

Los programas informáticos basados en el aprendizaje automático también se utilizan mucho para optimizar la eficiencia energética y conseguir ahorros económicos. Recientemente, se ha probado el comercio digital entre iguales en plataformas blockchain para permitir a los ciudadanos intercambiar energía dentro de la comunidad.

Estas iniciativas fomentan la colaboración y la confianza entre prosumidores y consumidores. Por ejemplo, en la ciudad india de Lucknow, los residentes pudieron vender la electricidad producida en sus tejados un 43% por debajo del precio del mercado central mediante el uso de herramientas digitales, lo que permitió a otros residentes beneficiarse de la energía limpia local al tiempo que reducían sus facturas de electricidad.

Las herramientas digitales impulsan el potencial de las comunidades energéticas locales

Desarrolladas por personas para personas, las comunidades energéticas locales son un medio eficaz para maximizar la capacitación socioeconómica. Como dependen de la confianza, tanto dentro como fuera de la comunidad, estos sistemas implican y educan a personas que de otro modo quedarían excluidas o serían pasivas en las transiciones hacia la energía limpia. Además, se han convertido en herramientas para ayudar a superar las desigualdades sociales históricas en los sistemas energéticos. Por ejemplo, la iniciativa energética RevoluSolar fue la primera comunidad fotovoltaica fundada en una favela brasileña, permitiendo el acceso a la energía renovable a 30 familias.

La comunidad optó por reinvertir los beneficios de los proyectos en obras benéficas y formación laboral para hacer frente a las crecientes tasas de desempleo local. Esta capacidad de determinar dónde, cómo y a quién se distribuyen los ingresos del proyecto mejoró el bienestar general de los ciudadanos de la favela. No sólo eso, sino que permitió a la comunidad proteger a los ciudadanos de la subida de los precios de la energía.

Las comunidades energéticas también ayudan a desarrollar cadenas de valor, empleos y competencias locales. El proyecto de microrred comunitaria residencial de Lyndoch, que interconectó más de 30 hogares mediante un sistema de red escalonado (de hogar a hogar, a la aldea y a la red nacional), fue la primera microrred residencial inteligente integrada en tejados de Sudáfrica.

El proyecto piloto es copropiedad de la empresa de servicios públicos (Eskom) y se encarga de su mantenimiento, pero los miembros de la comunidad fueron formados y certificados por la industria para asumir funciones en el desarrollo, instalación, mantenimiento, funcionamiento y propiedad del sistema energético. Tales iniciativas contribuyen a garantizar la sostenibilidad y longevidad de los proyectos, al tiempo que demuestran el valor de potenciar la participación ciudadana en las transiciones energéticas limpias localizadas.

Ganancia de las cadenas de valor locales

Los modelos de comunidades energéticas pueden ser mecanismos eficaces para llevar a cabo transiciones energéticas limpias. No sólo ilustran los beneficios de las intervenciones en lugares específicos, sino que también ponen de relieve el valor añadido de los enfoques inclusivos centrados en las personas.

Un mejor acceso a la financiación y el apoyo, las reformas normativas y el intercambio de experiencias podrían dar a las comunidades de todo el mundo un mayor acceso a una energía local, limpia y asequible. Por ejemplo, el Parlamento Europeo ha financiado recientemente la creación de un centro de asesoramiento y un servicio de apoyo para ayudar a recopilar y difundir las mejores prácticas y prestar asistencia técnica a las iniciativas comunitarias en toda la Unión Europea.

En el marco del Programa de Transiciones Energéticas Limpias Centradas en las Personas de la AIE y de la Iniciativa de Redes Eléctricas Digitales en función de la Demanda (3DEN), se están elaborando nuevos mapas de iniciativas y beneficios.

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