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La selva amazónica y los arrecifes de coral están en riesgo de colapso

La selva amazónica y los arrecifes de coral están en riesgo de colapso

Varias investigaciones advierten que la mayor selva tropical podría convertirse en praderas y matorrales secos, y el sistema arrecifal acabarse por completo.

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Deforestación en Amazonia
Vista aérea de áreas deforestadas de la selva amazónica, en Porto Velho, Rondonia (Brasil). Efe/Joédson Alves

Londres.- La selva amazónica podría colapsar y convertirse en sabana, pastizales secos con matorrales y bosques intermitentes dentro de 50 años, como resultado de la acción humana, pero en tan solo 15 años, el sistema de arrecifes de coral del Caribe podría desaparecer.

Un nuevo examen estadístico de la vulnerabilidad del antes eterno bosque y los arrecifes de coral confirma que una vez que los grandes ecosistemas comienzan a cambiar, pueden llegar a un punto en el que el colapso sea repentino e irreversible.

La investigación confirma el temor, cada vez mayor, de que el calentamiento global antropogénico podría inclinar no solo el clima sino también los paisajes naturales a estados nuevos y potencialmente catastróficos.

El científico brasileño Antonio Donato Nobre confirmó recientemente una advertencia dramática emitida en diciembre de 2019, de que la selva amazónica podría estar ya al borde de la interrupción funcional.

Recientemente, los científicos Thomas Lovejoy, profesor de biología de la Universidad George Mason, en Virginia, Estados Unidos, y Carlos Nobre, experto líder en la Amazonia y el cambio climático, e investigador principal en el Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Saõ Paulo, señalaron que la mayor parte de la lluvia que mantiene a la selva amazónica, en realidad se recicla del denso dosel que cubre la región.

La deforestación actual es sustancial y aterradora: 17 por ciento en toda la cuenca del Amazonas y se acerca al 20 por ciento en la Amazonia brasileña

Después de la lluvia, la evapotranspiración del follaje devuelve el vapor de agua al aire sobre el bosque y cae nuevamente como lluvia, una y otra vez. “En toda la cuenca, el aire sube, se enfría y precipita cerca del 20 por ciento del agua de los ríos del mundo en el sistema del río Amazonas”, advierten en un informe de la revista Science.

“La deforestación actual es sustancial y aterradora: 17 por ciento en toda la cuenca del Amazonas y se acerca al 20 por ciento en la Amazonia brasileña. Ya hay señales de ello en la naturaleza: las estaciones secas en el Amazonas son más cálidas y prolongadas; la tasa de mortalidad de las especies de clima húmedo aumentan, mientras que las especies de clima seco muestran resistencia”.

Por el contrario, el último estudio en Nature Communications se centra en las tasas a las que los grandes ecosistemas podrían cambiar, una vez que el clima haya comenzado a alterarse y el hábitat natural se haya degradado. “Este es otro argumento fuerte para evitar la degradación de los ecosistemas del planeta; necesitamos hacer más para conservar la biodiversidad”.

Tres científicos en el Reino Unido utilizaron modelos computacionales para probar datos de cuatro paisajes terrestres, 25 hábitats marinos y 13 ecosistemas de agua dulce. Descubrieron que los ecosistemas más grandes tienden a sufrir cambios de manera más lenta que los más pequeños.

Pero a medida que el ecosistema se hace más grande, el tiempo adicional necesario para que ocurra el colapso se acorta, por lo que los ecosistemas grandes fallan relativamente más rápido.

Esto significa que llevaría 15 años que 20 mil kilómetros cuadrados (km2) del sistema de arrecifes del Caribe colapsen, una vez alcanzado un punto desencadenante fatal, y los 5.5 millones de km2 del bosque húmedo tropical del Amazonas podrían desaparecer en 49 años.

“Desafortunadamente, la investigación revela que la humanidad necesita prepararse para el cambio mucho antes de lo esperado”, señala Simon Willcock, profesor titular de Geografía Ambiental en la Universidad de Bangor, en Gales.

Su colega Gregory Cooper, investigador postdoctoral en el Centro de Desarrollo, Medio Ambiente y Política de la Universidad de Londres, comenta que “este es otro argumento fuerte para evitar la degradación de los ecosistemas del planeta; debemos hacer más para conservar la biodiversidad”.

Otros investigadores han descubierto por separado que la selva amazónica podría estar a punto de convertirse en una fuente emisora de dióxido de carbono (CO2) a la atmósfera, en lugar de absorberlo, como resultado del cambio climático y la destrucción del ecosistema amazónico, que tardó 58 millones de años en evolucionar y podría deshacerse en muy poco tiempo.

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