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“Ética ecologista y animalista” para salvar al planeta

“Ética ecologista y animalista” para salvar al planeta

“Perder biodiversidad y deforestar hace que los ecosistemas no puedan prestar los mismos servicios ecológicos que prestaban y eso aumenta el riesgo de que las enfermedades salten de unas especies a otras”, indica Marta Tafalla, miembro del consejo científico del Centre for Animal Ethics de la Universidad Pompeu Fabra (UPF) de Barcelona.

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Tortuga
La bióloga Miriam García con una tortuga en el Centro de Recuperación de Fauna Silvestre. Efe/David Aarquimbau

La Naturaleza está cambiando de forma vertiginosa, pero a pesar de ver con claridad esos cambios que están transformando nuestra vida y que alteran nuestras costumbres, los seres humanos no aprendemos a cambiar nuestra actitud hacia ella y seguimos creyendo y actuando como si fuéramos sus dueños y protagonistas. Así lo expresa la investigadora Marta Tafalla en su libro ‘Ecoanimal’.

Marta Tafalla, doctora en Filosofía y profesora de Ética y Estética en la Universidad Autónoma de Barcelona y miembro del consejo científico del Centre for Animal Ethics de la Universidad Pompeu Fabra (UPF) de Barcelona, explica la situación actual en la que se encuentra la naturaleza y la actitud que los seres humanos adoptamos frente a los importantes retos que nos plantea el cambio climático y la desaparición de especies.

Entre sus libros, “Ecoanimal” contiene las ideas que conforman su filosofía de la naturaleza y, como ella misma describe, es una obra de “una estética plurisensorial, ecologista y animalista”.

La investigadora se ha dedicado desde la publicación de este libro, en 2019, a difundir las ideas contenidas en él, ofreciendo conferencias, participando en congresos y ofreciendo entrevistas, además de seguir investigando sobre cuestiones de ética animal y ecológica y, sobre todo, compartiendo sus tesis con sus alumnos.

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Marta Tafalla
La investigadora Marta Tafalla. Efe

“Ningún cambio a mejor”

Tafalla se posiciona sobre la actitud de los seres humanos durante este periodo en el que sufrimos una grave crisis sanitaria, cuando poblaciones de grandes ciudades han vuelto a mirar a la naturaleza como una opción más sana y segura donde vivir, o donde tener la posibilidad de alejarse de la contaminación y la excesiva densidad poblacional.

Sin embargo, Marta Tafalla no piensa que esta actitud haya dado lugar a cambios significativos en el ecosistema. “No creo que haya habido ningún cambio a mejor. Seguimos teniendo una crisis ecológica muy grave, con unos grandes problemas como son el cambio climático que conlleva la pérdida de biodiversidad, la contaminación o la perdida de tierra fértil. No percibo que estemos mejorando en entender estos problemas ni en intentar buscar mejores soluciones”.

Frente a las informaciones que hablan de la posible fuga del virus de la covid-19 de un laboratorio de Wuhan (China), la investigadora afirma que “una de las razones por las que creo que no estamos mejorando es porque la mayoría de la gente no está entendiendo las causas de la pandemia, que está originada precisamente por la pérdida de biodiversidad”.

“Estamos perdiendo biodiversidad a mucha velocidad. Ya la organización WWF publicó un informe el año pasado, denominado ‘Planeta Vivo’, que elaboran cada dos años, en el que decía que, desde 1970 hasta 2016, las poblaciones de animales salvajes vertebrados se habían extinguido casi en un 70%. También hay otros estudios científicos que están alertando de esta misma pérdida de biodiversidad”, agrega la ecóloga.

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Animales y carretera
WWF/Efe

Pérdida de biodiversidad y aumento de riesgo de enfermedades

Marta Tafalla incide en que “todas las instituciones que estudian sobre esta situación alertan de que perder biodiversidad y deforestar hace que los ecosistemas no puedan prestar los mismos servicios ecológicos que prestaban y eso aumenta el riesgo de que las enfermedades salten de unas especies a otras”.

“Organismos de la ONU y otras muchas organizaciones ecologistas advierten que, a medida que disminuye la biodiversidad, a los ecosistemas se les elimina algunos de los agentes que generan procesos ecológicos básicos, con lo que esos ecosistemas están más desequilibrados, son más frágiles y más desordenados, lo que facilita que las enfermedades que se encontraban en una especie determinada puedan saltar a otras especies”.

La investigadora califica de “inverosímil” la creación en un laboratorio del virus causante de la pandemia porque “los agentes patógenos saltan de una especie a otra con facilidad dentro de un ecosistema, de esta forma también se generaron el sida o el ébola, que surgieron al irse degradando los ecosistemas y presionando a la fauna salvaje”.

Muchas personas pudimos observar sorprendidos en nuestras calles animales que, antes de nuestro confinamiento, permanecían ocultos en sus hábitats y, para Tafalla, esta presencia inaudita de patos u otras aves, incluso jabalíes, caminado donde poco antes lo hacíamos los peatones, tiene una explicación sencilla.

Cuando la naturaleza respira tranquila

“Cada vez que nosotros frenamos nuestra actividad y nos retiramos un poco, la naturaleza respira un poco más tranquila porque tiene más espacio vital. También es verdad que en muchas zonas hay bastante más fauna de lo que la gente piensa, lo que pasa es que normalmente nosotros hacemos mucho ruido, somos muy activos y el animal actúa de manera más tímida o solo se desplaza por la noche”, indica la profesora.

Pero estas salidas de aventura de los animales, tan solo fue para ellos “un respiro, porque al final duró muy poco tiempo este confinamiento. Pero sirvió para mostrar que, cuando nosotros nos retiramos, cuando damos un paso atrás, la naturaleza está un poco más aliviada”, incide la investigadora.

En cuanto al trato que dispensamos a los animales, para Marta Tafalla “hay familias que cuidan muy bien de sus perros pero, por ejemplo en España, los casos de abandono y maltrato de esos animales que llamamos de compañía son muchísimos, así como la cifra de animales, perros o gatos que viven en condiciones deplorables, atados permanentemente en un solar vigilándolo o permanentemente solos en casa, en condiciones, a veces, muy crudas”.

La investigadora responsabiliza este aumento de animales abandonados a factores como son una “crisis económica que dificulta aún más a algunas personas el poder hacerse cargo de ellos”, pero considera que el problema del abandono en España viene de lejos, porque “siempre ha habido tasas muy altas de abandono y no parece que se esté encontrando la manera de solucionarlo, no acaba de haber una conciencia suficiente para ello”.

“Debemos dejar de ver a los animales como productos que se compran y que, cuando te cansas, se tiran. Hay que pasar a verlos como sujetos que tienen sus propias emociones, sus propios deseos e intereses, que tienen que ser cuidados y que, cuando te llevas un perro a casa y después lo abandonas, para el animal es absolutamente terrible, porque no entiende qué ha pasado”, se lamenta la pedagoga.

Tafalla argumenta que los perros son una domesticación del lobo y “el lobo es un animal muy fiel a su grupo, a su familia, que no entiende lo que es un proceso de abandono porque los lobos entre ellos se tratan bien, no abandonan de la noche a la mañana a uno de sus miembros. En este sentido los perros son más nobles que nosotros, más empáticos, más sociables y les cuesta muchísimo entender lo que pasa cuando son maltratados”.

“La vida en la tierra es como una red de formas de vida”

Tafalla considera que la ley a este respecto se tendría que modificar de manera radical y prohibir la venta de animales de compañía.

“Eso no debería ser un negocio, si alguien quisiera tener un perro o un gato debería de pasar por un proceso de adopción, pero no por un proceso de compra, porque se aumenta la visión del animal como objeto y, además, las penas por abandono o maltrato deberían ser mucho más elevadas de lo que son en la actualidad”, indica.

Sobre la idea central de su libro ‘Ecoanimal’, afirma que “la sociedad está muy encerrada en una visión antropocéntrica en la que solo nuestra especie es importante y todo lo pensamos en relación a nosotros. En ese sentido vemos a la naturaleza como si fuera un instrumento a nuestro servicio y a los animales meramente como instrumentos”.

“No pensamos que, en realidad, las otras especies tienen tanto valor como nosotros. Tanto antropocentrismo distorsiona mucho nuestra comprensión de cómo funciona la vida en el planeta Tierra y no nos deja entender la gravedad de la crisis ecológica”, asegura.

“La vida en la Tierra es como una red, una red de formas de vida donde todo las especies están entrelazadas. Todas depende las unas de las otras porque cada especie realiza funciones ecológicas en el ecosistema y cada una de ellas depende de los procesos que realizan las demás”, incide Tafalla.

La experta se expresa con una cita de la bióloga estadounidense Lynn Margulis, quien decía que “la Tierra es un planeta simbiótico y que la simbiosis lo estructura todo”.

“Creo que eso los humanos no lo acabamos de entender porque creemos que tenemos un papel protagonista y pensamos que la naturaleza, básicamente, es una máquina que está a disposición de la especie humana. Por eso, el camino para resolver el problema de la crisis ecológica, no es tanto querer dominar y gestionar el mundo natural, sino dejar que la naturaleza funcione por sí misma, aprender de ella y trabajar con ella y no contra ella”, concluye Marta Tafalla.

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